La toxina botulínica es una proteína que detiene el funcionamiento de los nervios, relajando la musculatura de la piel y difuminando las arrugas de expresión.
En plena era digital, la imagen personal tiene un papel de gran importancia para la vida y el entorno de las personas. Ya no solo nos mostramos al natural, en la calle o en el trabajo, sino que nuestra imagen está visible a todas horas en las redes sociales. En este sentido, es fundamental contar con las herramientas que tenemos a nuestro alcance, como la toxina botulínica, para poder mejorar nuestra imagen a nuestro gusto y sentirnos bien con nosotros mismos.
Pero la toxina botulínica no solo se emplea para corregir y prevenir las arrugas de expresión (frente, entrecejo), el exceso de grasa o las patas de gallo, sino que tiene otras aplicaciones más allá de las meramente estéticas, pues también se utiliza para contrarrestar la sudoración excesiva de manos y axilas.
¿Cómo se aplica la toxina botulínica?
La toxina botulínica es un tratamiento completamente seguro que se lleva utilizando en las clínicas de medicina estética de todo el mundo desde hace ya más de 20 años.
Sin embargo, su uso en España está sujeto a ciertos condicionantes, según explica la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME):
- La toxina botulínica debe ser únicamente empleada por profesionales médicos, que deben tener una autorización expresa de la Consejería de Sanidad de la Comunidad Autónoma que corresponda para poder utilizarla. Otros profesionales del sector sanitario, como los odontólogos o los enfermeros no pueden aplicar este tratamiento.
- Según la legislación española, se debe utilizar siempre un vial de toxina botulínica por cada paciente, estando el precio del vial marcado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). Sin embargo, a menudo nos encontramos con que en algunos centros y páginas web hay ofertas muy tentadoras que prometen buenos resultados a un precio demasiado bajo. En estos casos, lo que suele ocurrir es que se utiliza un mismo vial para realizar el tratamiento en varios pacientes, por lo que es aconsejable consultar este punto con el centro que lo oferta, asegurarnos de que cumple con la legislación y de que utiliza las medidas de seguridad adecuadas. Así mismo, no se debe aplicar ni más ni menos dosis de la necesaria, ya que de esta manera el tratamiento no tendrá ni la misma efectividad ni la misma duración.
- El paciente podrá exigir a la clínica que se le muestre el título del médico con el que se va a tratar, el nombre del producto (solo las marcas Vistabel®, Azzalure® y Bocouture® están aprobadas en Europa), el número de lote del producto y el número de depósito de farmacia asignado al centro en el que se realizará el tratamiento.
- Revisión del tratamiento. Es fundamental que, alrededor de 10-15 días tras la realización del tratamiento, el mismo médico haga una revisión al paciente para que pueda valorar la posibilidad de hacer un retoque si fuera necesario.
La aplicación de la toxina botulínica consiste en inyectar directamente sobre el músculo esta proteína con la ayuda de una aguja muy fina. Durante la realización del tratamiento se puede experimentar una ligera molestia con el pinchazo, que desaparece según finaliza la aplicación.
Los resultados se empiezan a percibir unos días después y se mantienen durante alrededor de 3 a 6 meses, tras los cuales las arrugas volverán a aflorar, tal y como estaban en los momentos previos al tratamiento. Aunque, por supuesto, la duración del tratamiento siempre dependerá del tipo de piel, la edad, el sexo y el nivel de expresión del paciente.
¿Te interesan este tipo de temas sobre medicina estética? Continúa tu visita por nuestro blog. Si tienes cualquier duda o deseas realizar una primera visita en nuestras clínicas, contacta con nosotros.
